On the situation today
Nos hundimos en el tercermundismo
L AS críticas llueven sobre Ruiz-Gallardón desde las más variadas esquinas mediáticas, sean de izquierda o derecha, una vez conocida la calificación del COI sobre las cuatro ciudades aspirantes a la organización de los Juegos Olímpicos de 2016. Pero pocos han subrayado que la principal objeción se refiere a los “problemas administrativos”. ¿Y cuáles son éstos? No otros que el enredo de la superposición y contradicción de competencias estatales, taifales, provinciales y locales, algo que no cabe en la cabeza de cualquier extranjero razonable. No es Ruiz-Gallardón persona de mi devoción. Todo lo contrario. Pero considero injusto que cargue con todas las culpas de un pronosticado revés. Y si faltaba poco para que los del COI se escamaran aún más, la oposición cerril del ultranacionalismo catalanista a la candidatura de Madrid le ha puesto la guinda al pastel de nuestro inquietante desconcierto nacional.
EL DEMOLEDOR INFORME DEL FORO DE DAVOS
ES de sobra conocido que entre los organismos internacionales, sean de la índole que sean, existen canales de comunicación más o menos subterráneos. Los informes de entidades y especialistas económicos nos anuncian un desplome de gran magnitud del que tardaremos años en salir, si es que las improvisaciones de Rodríguez no nos hunden para lo que resta de siglo. Uno de ellos lo emitió el Foro de Davos en su reunión de este año. Sólo algunos medios españoles se hicieron eco de su durísimo contenido en materia económica. Pero había algo más y revelador de la pendiente por la que nos despeñamos y que enlaza con los recelos del COI respecto de la confusión administrativa. Lo recogía el profesor Juan Velarde Fuertes en un artículo titulado ”¿Nos ocupamos de las instituciones?” (ABC 21.09.2009). Como es posible que no todos los lectores de Vistazo a la Prensa lo sean de ABC, considero de interés reproducir la parte sustancial del alegato:
“En primer lugar (precisa el informe) que «ha descendido cuatro puestos» el 2008 nuestra nación al situarse «en el lugar trigésimotercero del mundo». En ese año, entre los 133 países estudiados, por el volumen total de su PIB, en dólares corrientes, España ocupaba el puesto noveno; y por habitante, también en dólares corrientes, el vigésimoquinto, y en cuanto a su participación en el PIB mundial, valorada ésta en paridad del poder adquisitivo, el duodécimo. El primer dato, el de la competitividad, ¿amenaza con derribar esa importante situación, como sucedió en el pasado, a través de una permanencia de este reto? Porque descendamos a datos exactos y referidos casi exclusivamente al aspecto institucional. En la defensa de los derechos de propiedad ocupamos el puesto 43, entre Túnez y Gambia; en la protección de la propiedad intelectual, el 40, entre Malta y Corea del Sur; el 36, por desvío de los fondos públicos, a causa de la corrupción, entre Malta y Taiwán; el 50, por el nivel de confianza en el modelo ético de los políticos nacionales, entre Irlanda y Estonia; el 60, en cuanto a la independencia del poder judicial, entre Nigeria y la República Checa; el 46, en cuanto a la existencia de favoritismo en las decisiones de los funcionarios públicos, entre Malta y Malawi; el 49, en cuanto al despilfarro en el gasto público, entre Azeirbajan y Georgia; ¡el 105!, en cuanto al peso de las regulaciones administrativas sobre el mundo de los negocios, entre Burundi y Vietnam; el 68, en cuanto a la eficacia de la estructura legal para liquidar disputas, entre Uruguay y Uganda; el 66, en cuanto a la eficacia de la estructura legal para desafiar las acciones administrativas, entre Camboya y Tanzania; el 80, en cuanto a transparencia de la acción gubernamental que afecta al proceso económico, entre Nigeria y Mozambique; el 119, por desagracia, entre la República de Kirguisia y Uganda, en cuanto a los costes que se derivan para la vida de los negocios del terrorismo; recordemos el ensayo de Mikel Buesa, «Economía de la secesión» (Instituto de Estudios Fiscales, 2004) y el artículo de Abadie y Gardeazabal en «The American Economic Review», en el año 2003 sobre las consecuencias de la situación vasca; el 66, para los costes derivados de la criminalidad y la violencia, entre Mauricio y Tanzania; el 62, en cuanto se refiere a la carga derivada del crimen organizado sobre el mundo de los negocios, entre Etiopía y la India; el 27 en cuanto a la seguridad que ofrecen los servicios de policía para mantener la ley y el orden, entre Bélgica y Túnez; el 36, entre Arabia Saudí y Brunei, en cuanto a la conducta ética de las empresas; el 54, en cuanto a la calidad de la auditoria y de los análisis que fijan la situación financiera de las empresas, entre Arabia Saudí y Zimbabwe; el 49, en cuanto a la canalización de la eficacia de los mecanismos de dirección empresarial, entre Costa de Marfil y Botswana; finalmente, el 68, entre Zambia y Eslovaquia, en cuanto se refiere a la protección de los accionistas minoritarios”.
En el plano institucional cabría añadir otros informes igual de demoledores, como los referidos a nuestro sistema de enseñanza que también nos sitúan a la cola de la Unión Europea e incluso por detrás de otros países extraeruropeos. También España escala puestos en el índice corrupción, tanto pública como privada. Se sitúa en el puesto 28, entre Quatar y las Islas Granadinas, según el Informe Global sobre Corrupción de la ONG Transparencia Internacional.
DURA HIPOTECA PARA LAS FUTURAS GENERACIONES
PERO lo que importa sobre el informe del Foro de Davos que recoge el profesor Velarde reside en que en el mismo se dan cita anualmente los más importantes empresarios y financieros del mundo, políticos de relieve, expertos punteros de economía, creadores de opinión y otros personajes influyentes. La crema del mundialismo, muchos de cuyos componentes son miembros de las organizaciones tentaculares de Nuevo Orden Mundial. Aquella que decide donde invertir o no. ¿ Y qué confianza puede merecerles una España con una economía que pierde posiciones a pasos agigantados e institucionalmente tercermundista? Difícilmente puede una nación recuperarse económicamente si está inmersa en el caos institucional. Sería un milagro. Pero los milagros hay que ganarlos a pulso con fe, esfuerzo, sacrificio, honestidad y alta moral de lucha. Exigencias que sólo asumen los pueblos cuando el ejemplo les viene de sus clases dirigentes. Y no es nuestro caso.
Angel Martín recogía en el periódico digital El Confidencial (22.09.2009) un resumen de la intervención de Nassim Kaleb ante el Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica y el resumen de una entrevista concedida a The Globe and Mail. Científico relevante y autor de libros de gran impacto sobre la deriva imprevisible de la economía globalizada, Kaleb denuncia la irresponsabilidad de quienes al frente los países, de los bancos centrales y de los circuitos financieros nos conducen a escala mundial a un a profunda crisis económica de larga duración, similar a la de Japón: estancamiento con deflación y mantenimiento durante largos años de niveles de deuda enormes. Sostiene que los planes de estímulo sólo transforman la deuda privada en deuda pública, cargas financieras que tendrán que ser soportadas por las siguientes generaciones de contribuyentes. Racional pesimismo que a la metáfora de los “brotes verdes” opone esta otra: “Ha aparecido el doctor y ha aliviado los síntomas del paciente, pero ha transformado el tumor en metástasis”.
España es una de las naciones (si es que todavía existe como tal) que tiene todo su cuerpo invadido por la metástasis. Y a su frente un falso doctor que le aplica al enfermo métodos eutanásicos en vez de esforzarse por tratar el cuerpo trastornado del Estado y de la economía mediante una terapia radical que reduzca el mal y abra vías de curación. Tenemos un doctor por accidente al que sólo importa mantener abierta su consulta y perpetuarse en ella sin reparar en medios.
Rodríguez recibió una España situada en un puesto privilegiado de la escala mundial, después que los gobiernos de Aznar remontaran el hundimiento propiciado por los de Felipe González con la colaboración de Solbes, aunque sin resolver los graves problemas estructurales que la aquejaban, acaso debido a que para desmontar el tinglado se precisaba un pacto de Estado de regeneración total con la oposición y el P(SOE) lo rechazaba.
En 2008 descendimos al puesto 33, según el Foro de Davos, pese a una inercia de fondo que contribuía a enmascarar la política de un gobierno que se dice socialista y que de tal apenas conserva una tópica y trasnochada demagogia de la que no descabalga. Rodríguez ha institucionalizado el arbitrismo como sistema y puede darse por cierto que terminemos 2009 con nuevas pérdidas de posición.
Rodríguez es capaz de vender su alma al diablo, si es que no la vendió desde que comenzó su carrera de trepador, con tal de sacar adelante sus desmadradas ocurrencias. Y ahora para lograr la aprobación de unos Presupuestos Generales del Estado que nacen parapléjicos y cuyos elaboradores moncloacas, todos sumados, parecen disponer de la masa gris de un mosquito. O si su peso físico es humano, la tienen atrofiada. Una gente que, con Rodríguez a la cabeza, recuerdan el viejo chiste de la hiena que copula una vez al año, come mierda y encima se ríe. ¿O más que a ellos es aplicable a quienes les votan y les siguen dando su apoyo? El filósofo Gustavo Bueno calificó a Rodríguez de Alicio en el país de sus maravillas, en un libro que conviene releer de vez en cuando. Pero acaso fuera más apropiado, sobre todo después del bochornoso espectáculo del Comité de Dirección del P(SOE), catalogarlo como Alicio en el país de los necios. De no ser así, ya estaría gozando de sus caudales en el ostracismo.
UN LOCO EN LA TRIBUNA DE LAS NACIONES UNIDAS
EL retraso en terminar esta crónica, nada infrecuente pero una vez más ajeno a mi voluntad, ha tenido la ventaja de conocer la intervención de Rodríguez en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Y aunque de este sujeto cabe esperar mentiras y disparates, confirma que su cabeza no rige. Proferir con toda solemnidad que la crisis económica es consecuencia del cambio climático supera los límites de la paranoia para entrar en el ámbito de la esquizofrenia. Cabría pensar que su dependencia de la secretaría general de la ONU, campeón del cambio climático en pareja medida que el enriquecido y falsario Al Gore, le lleva a sostener tales chorradas. Pero es lo cierto que está persuadido de que es axiomático lo que dice.
También en seguimiento de Ban Ki-moon se ha lanzado Rodríguez por el tobogán de la Alianza de Civilizaciones proponiendo que acoja un pacto multinacional de los gobiernos occidentales con los países musulmanes moderados. Olvida, o desconoce, que todos los regímenes fieles a la letra del Corán son tiranías extremosas. ¿O le parece moderado que Gadafi, desde esa misma tribuna de la Asamblea General, llamase Consejo del Terror al Consejo de Seguridad y rompiera airadamente un ejemplar de la Carta de las Naciones Unidas? Pero lo tendremos de invitado en Sevilla, en visita tan privada como las recientes de Chávez y de Evo Morales, durante la que, estoy persuadido, no se privará de reivindicar Al-Adalus, entre otras lindezas. Y seguro que plantará su jaima en el lugar que le pete, sin que nadie se atreva a hacérsela levantar como el alcalde de Nueva York. No se puede hacer ese feo a un entrañable amigo musulmán cuyo sistema político es para el rodriguismo un ejemplo de democracia a la islámica en la que mirarse.
Era predecible que Rodríguez hiciera causa común con su alter ego el Gorila Rojo caribeño en la defensa de Zelaya, para él y tantos otros un modelo de demócrata. Chávez, exultante por haberle organizado el retorno clandestino a Honduras, aprovechó su perorata demagógica en la Asamblea General de la ONU para equiparar a Zelaya con Pancho Villa, un revolucionario que cambió de bando cuando le convenía, dejó tras de sí una estela sanguinaria y tan bravo que al final, viéndose perdido, aceptó la amnistía que se le ofrecía y un rancho en el que holgarse. Murió en él asesinado como consecuencia de un tardío ajuste político de cuentas. Lo que realmente están atizando quienes apoyan a un ganster como Zaleya es la guerra civil en Honduras. Rodríguez con parejo entusiasmo que Hugo Chávez. También Obama, por supuesto, ya que a los USA conviene en sus traseras meridionales una Iberoamérica hundida en luchas intestinas y en la miseria.
Rodríguez se ha entregado a Obama con espíritu de cortesana barata. Y Obama, al que le asoma el plumero cada día que transcurre, le ha vendido las ansiadas fotos a un alto precio. Lo saben en la Casa Blanca tan estúpidamente devoto que le arrancarán lo que convenga a los USA. No ya sólo que España se implique con todas las consecuencias en la guerra de Afganistán, la cual se extenderá a Pakistán, También como pelele manejable durante su presidencia ocasional de la Unión Europea, de la presidencia de cuya Comisión ha sido reelegido Barroso con el voto de la bancada socialista española en Estrasburgo. El portugués, por cierto, que auspició la tan denigrada reunión de la Azores. La coherencia tampoco es un mérito atribuible a Rodríguez.
LOS QUE MANEJAN LA ALIENACIÓN TERCERMUNDISTA DE RODRÍGUEZ
ERAN obligadas las anteriores anotaciones sobre la intervención de Rodríguez en la Asamblea General de las Naciones Unidas, escaparate anual en el que se aprecia la talla política de los dignatarios de los países que la pueblan, por cuanto evidencia su alineación, y alienación, tercemundista que el informe del Foro de Davos confirmaba con datos pavorosos para España. Un caos institucional que niega cualquier presunción de recuperación económica. Pero junto al que marcha un doble e insidioso juego: convertir a la sociedad en masa deleznable, enmierdada, corrompida y acogotada; y al propio tiempo, el control absoluto por la presidencia del gobierno de todo el entramado institucional del Estado. Una perversa y esquizofrénica mixtura entre un sovietismo trasnochado y la tiranía caribeña.
Cierto que un loco, además de intelectualmente huero, es capaz de destruir una nación y convertirla en pocilga orwelliana. Pero aún así es difícil de entender el proceso sistemático de desmantelamiento de España a que asistimos, el cual nos hunde en un irreparable tercermundismo. Ha de existir por fuerza tras de Rodríguez una mente diabólica a la que se debe y a la que sirve . La respuesta puede encontrarse en el libro recién aparecido “Los masones en los gobiernos de España”, de Vicente Alejandro Guillamón (Ed. Libros Libres) Una conspiración que viene de lejos y ahora parece definitivamente triunfante. Guillamón no ahonda en la influencia masónica respecto de lo sucedido en España desde el chalaneo constitucional de 1978 hasta hoy, aunque lo aclaran bastante los libros de Ricardo de la Cierva y de Pío Moa entre otros menos transitados. Pero la historia de su resolutiva influencia en nuestro acontecer desde finales del XVIII nos sitúa ante una constante desventradora que ahora alcanza triunfal desembocadura para los Hijos de la Viuda.
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